fotografías de un diario
Fotografías de un diario es un proyecto abierto, un trabajo que desarrollo sin límite de serie o tiempo definidos. Desde su nacimiento se convierte en una práctica implicada en el día a día, que se solapa al resto de actividades cotidianas.
Este proyecto está compuesto por miles de fotografías que comencé a hacer con cámaras de bolsillo desde el año 1991. Actualmente este archivo se compone de más de cuarenta mil tomas hechas durante los últimos 15 años.
Me ha interesado desde el primer momento la posibilidad de integrar la actividad de hacer fotografías como práctica despojada de una actitud cuyo objetivo es conseguir ciertos resultados concretos. Fotografías de un diario comenzó en el momento que cambié esa actitud de «salir a hacer fotografías» por
Desde las primeras fotografías incluí el texto como parte integrante de algunas de las obras. El texto está presente en todo el proyecto como elemento constitutivo del mismo, no solo de muchas de las imágenes sino de cierto sentido general en todo el trabajo.
Actualmente el archivo fotografías de un diario sigue creciendo y desarrollándose paralelamente a otros proyectos, tiempos e ideas, pero conservando su propósito y características iniciales.
Mutis mutandi
(…) El potencial paraliterario de cualquiera de las imágenes de este autor es su cualidad vertebral y, pese a su aparente sencillez formal y argumental, en realidad son piezas que encierran bastante complejidad (…)
(…) Nos referimos a que, en definitiva, al ser imágenes fotográficas, el público tiende a entenderlas de una manera muy simple, directa y cerrada, de una manera puramente metonímica. Es ahí donde entra Molina para recordarnos con su aparente contradicción (la de subrayar que algo tiene color cuando está representado en blanco y negro) que el lector debe tener un papel mucho más activo en la recepción de las imágenes y debe saber buscar en ellas mayores y más ricos significados superando esa interpretación metonímica de la que hablábamos antes (la de la automática identificación del referente fotografiado) para transmutarla en una mucho más enriquecedora, en una interpretación de un orden mucho más contemplativo y metafórico. Sus imágenes son así una invitación a que el espectador cree su propia experiencia de ellas, una experiencia que permita apreciar la fotografía en toda su esencia, una experiencia cargada de sensibilidad y capaz de apreciar el valor de un instante que será fugaz pero está cargado de todo (o gran parte) del bagaje existencial del autor. En cualquier caso, esa idea de «espectador activo» subyace en toda la obra de Molina y es su propuesta universal (no sólo como artista, sino como profesor de fotografía). También su obra se dirige a reflexionar sobre la idea del tiempo que encierra una fotografía, que no es solamente la del tiempo cronológico o histórico congelado en ella sino también la del tiempo de su percepción, un tiempo que se sale de la fotografía y que pertenece al espectador frente a la imagen (…)
(…) Otro de los aspectos que más y mejor identifican la obra de este autor es que en ella queda patente la relación entre texto e imagen. Desde sus primeras fotografías Molina incluyó el texto como parte integrante de algunas de sus obras y continuaría presente en casi todos sus proyectos como elemento constitutorio de los mismos, no sólo en muchas de sus imágenes sino en cierto sentido general de todo el trabajo (…)
Jesús Micó
Extracto del texto para el libro: Mutis mutandi . Universidad de Cádiz. Cádiz, 2008.
De la levedad y las emociones
(…) El escritor Italo Calvino veía en la levedad el modo en que la literatura le permitía reaccionar al “peso de vivir”. Es el juicio un tanto amargo de alguien que tenía ya cercana su muerte. El carácter leve de los acontecimientos captados fotográficamente por Óscar Molina no ejerce de alivio del lastre existencial, seguramente porque tal lastre no existe. La levedad es ahora una propiedad de la imagen fotográfica como vínculo con otras miradas dispuestas a ser conmovidas. El mismo fotógrafo define sus imágenes como “espacios de luz” y ese vínculo con el espectador como una “resonancia”. Los fenómenos lumínico y sonoro, a través de su cualidad ondulatoria e inmaterial, son metáforas de lo leve y, porqué no, de lo espiritual. La resonancia es la figura del modo de recepción de la imagen pero también expresa el hecho de que ella es más el efecto del azar –del hacerse de la fotografía—que de la intención de un decir concreto por parte del autor. La resonancia, como forma de experiencia estética, sería así la verificación de una afinidad electiva entre la intención –implícita—del fotógrafo de disolverse en las reverberaciones del sentido de la imagen y la del receptor de encontrarse en ellas (…)
Enric Mira Pastor
Extracto del texto para el libro: Fotografías de un diario. Caja San Fernando. Sevilla, 2004.
Una fotografía más
(…) Lo que parece una negación de la elección, de una jerarquía, tiene por objeto y por efecto el contrariar la noción de estilo. Sin embargo, existe una unidad formal en Fotografías de un diario. Unos subconjuntos presentan discretas analogías, creando un sutil diálogo en el seno de la totalidad. Entre dos imágenes perteneciendo a la misma familia, incluso muy cercanas plásticamente, la diferencia proviene del añadido de un texto o del hecho que algunas son autónomas mientras otras conforman un díptico. A veces, una es factualmente obra de Molina, y la otra no. Dos fotos muy disímiles forman como un eco tan sólo por la repetición de una leyenda o de una palabra. Así, Óscar Molina perturba conscientemente lo que podría parecer con demasiada evidencia una manera personal de hacer. Nos despista, sugiere, para ceder su puesto al espectador. El tema de Fotografías de un diario es el proceso creativo mismo, del que el artista nos hace captar y compartir toda la complejidad (…).
Natacha Pugnet
Extracto del texto para el libro: Fotografías de un diario. Caja San Fernando. Sevilla, 2004
Oscar Molina
En la obra de Molina podemos encontrar elementos que viven también en la obra de otros artistas, la idea del paso del tiempo, la cotidianidad de la mirada, la necesidad de la luz como elemento que define y limitan la obra…sin embargo, todos estos aspectos y muchos otros, sólo en él alcanzan los niveles que sirven para definir su trabajo como uno de los más sencillos y enérgicos del panorama actual de la fotografía.
En su serie más antigua, Objetos, de finales de la década de los 80, Molina va recogiendo como en un archivo infinito, y sin una metodología definida, esos objetos cotidianos que rodeaban su vida. Objetos ya usados que lleven sobre su piel la huella del tiempo y del uso, y por tanto, de todos aquellos que los han tomado, los han usado y guardado: pequeños lápices, una caja de acuarelas, una tablas de madera,… Pero es en su serie Fotografías de un diario, a principios de la década de los 90, en la que el artista se desarrolla ampliamente. Son imágenes tomadas en su vida cotidiana, sin una preparación previa, como notas de un diario que nunca llega a escribir. No hay una fecha que las numere y las coloque en un sitio concreto, a veces hay un texto que las acompaña en un mismo nivel de comunicación. La idea la explica Molina: “observaba que dejaba de salir a hacer fotografías y empezaba a hacer fotografías cuando salía”. No se trata de un diario autobiográfico en sentido estricto, sino de anotaciones al margen del hecho de vivir. El paso siguiente en este proceso de abandono de la idea de autor como eje de la creación, es la serie Silencio Abierto (1996): una serie de papeles fotosensibles vírgenes, velados por la luz de los focos de la sala donde estaban expuestos. El resultado es un tipo de fotografía que rompe las reglas de la reproductibilidad.
Con Photolatente (1998), da el paso definitivo para borrar el concepto de autor. El proceso consiste en invitar a varias personas a realizar fotografías y no revelarlas ni verlas, asumiendo la pérdida de autoría: estas imágenes, una en cada sobre, son vendidas a otras personas que no ven lo que compran y que pueden revelarlo por un sencillo método. Obra única, ausencia de autor, trabajo en grupo, compra a ciegas… aspectos todos que sitúan a Molina ni sólo fuera del mercado, sino en los márgenes de la fotografía, aunque en el centro de la creación.
Rosa Olivares
Extracto del texto para el libro: 100 fotógrafos españoles. Exit. Madrid. 2005
Una fotografía que da la vuelta
(…) Lo que esta fotografía parecía tener de particularmente original, albergar una historia abierta sobre el futuro, se deshace. La historia no puede desplegarse. Pero no obstante la fotografía sigue sin prestarse para la invención de
una historia retrospectiva. Su narratividad está por lo tanto suspendida, o más bien, ya que la noción de suspensión supone su cesación, hay que decir que su narratividad está latente, que no se puede realizar. Carácter original que
compensa ampliamente lo que se ha perdido.
(…) Esta fotografía doblemente latente da doblemente la vuelta a los presupuestos habituales de la imagen fotográfica. Usualmente, lo que se enseña en una fotografía es, en su apariencia, conforme a lo que pasa en el mundo real, pertenece por lo tanto al ámbito de lo posible y sirve de marco a una historia plausible. La fotografía de Oscar Molina enseña un claustro que se escora, lo que no es plausible, y la historia que algunos elementos de la imagen parecen sugerir es imposible.
Jean Arrouye
Extracto del texto para la revista: Il Particolare. nº 7 y 8. Marseille, Francia, 2002.
Cuando la imagen se hace
(…) En las imágenes de Fotografías de un diario, algo ha sucedido o va a suceder, incluso, tal vez nunca suceda, pero Oscar Molina hace de ello la manifestación primaria de una conciencia que es a la vez presencia y ausencia. Presencia a través de un compromiso emocional con las infinitas contingencias de lo experimentable; ausencia en tanto que cada imagen es un precipitado de múltiples niveles de experiencia, no sólo la del fotógrafo sino también la del mismo espacio y la de todo lo que lo habita y lo comparte.
Por ello, en este particular diario, los detalles ínfimos, los acontecimientos menores y aparentemente fortuitos, se revelan como los signos mismos de lo que en realidad está ocurriendo en la imagen, como una sombra proyectada sobre el suelo o la forma de una nube. Hasta tal punto son para Oscar Molina significativos estos detalles que se podrían reducir y aislar, transformándolos en grandes acontecimientos en sí mismos. Lo que a primera vista pudiera parecer una azarosa presencia, en realidad, se torna en pauta de ordenación y sentido de los elementos de la imagen. Entonces nos encontramos imágenes en que las formas imprevisibles del azar se impregnan del éxtasis de la composición, y la compacidad del mundo se disuelve en la percepción de lo infinitamente minúsculo, móvil y leve. En cambio, en otras ocasiones Oscar Molina recurre a la palabra escrita para, más allá del título informativo, provocar lo que Barthes llamó el poder alucinatorio de la fotografía que lanza las imágenes más allá de lo que ellas dan a ver. (…)
Enric Mira Pastor
Extracto del texto para el libro: Oscar Molina. Colección PhotoBolsillo. Nº 26. La Fábrica. Madrid, 2000.
Características de las copias>
Papel baritado Ilford Multigrade WT FB 40 x 50 cm.
Procesado de alta conservación al selenio.
Diferentes formatos.
Copias numeradas.
Características de las exposiciones
Copias enmarcadas en madera o aluminio.
Cantidad de imágenes en exposición variable.
Orden expositivo según sala exposiciones.
Contactar para más información sobre la exposición y su disponiblidad.
Datos del trabajo
Realización de las fotografías : 1989/1991.
Realización tomas: Madrid.
Nº de obras de en la serie : 40 fotografías.
© de las fotografías: Oscar Molina